Ya es habitual alabar el músculo expositivo del Centro KBr de la Fundación Mapfre en Barcelona, pero parece que siempre existe una nueva oportunidad para insistir en ello. Ocurre con El misterio de lo cotidiano, la exposición que, del 29 de septiembre al 28 de enero, el centro dedica a la producción de William Eggleston, el fotógrafo estadounidense que estableció una línea divisoria dentro de la fotografía urbana a color. Las intensidades que recorren sus instantáneas, recolecta de figuras y motivos del folklore local, convierten esta muestra en un evento expositivo sin precedentes tanto para los que disfrutamos de la disciplina como aquellas personas que contemplan sus frutos por el antiguo placer hacia el arte. En la muestra se dan diversidad de formatos y momentos en la trayectoria del fotógrafo, donde se incluyen muestras de sus primeros trabajos en blanco y negro hasta los trabajos a color iniciados a partir de 1965. La exposición alcanza la actualidad con fotografías de la serie “The Outlands”, aunque la mayor fuerza viene del recorrido visual previo, la inteligencia de Eggleston para trasladar llevar el legado de Henri Cartier-Bresson y Walker Evans en direcciones revolucionarias. Aparte de las virtudes técnicas, las imágenes de Eggleston destacan como documento social, describiendo cambios en la sociedad estadounidense y las relaciones de esta con un espacio que alteró sus funciones en el último cuarto del siglo XX. Prueba de ello fue el interés del fotógrafo por los centros comerciales, sustitutos de emplazamientos urbanos como las plazas en las que la población se congregaba para sus intercambios culturales.
Podría extenderme sobre El misterio de lo cotidiano, pero me he de recordar que esta web se centra en las publicaciones generadas por estas muestras, así que me centraré en el volumen que, paralelo a esta, la Fundación Mapfre ha publicado. En sí, este sigue la línea de otras publicaciones del centro al ofrecernos las obras expuestas en su calidad habitual, acompañadas de reflexiones biográficas y técnicas sobre el trabajo de Eggleston, textos contenidos en su mayoría que sin arrojar novedades en lo que ya se sabe del fotógrafo, son una buena base para comprender la importancia de su obra y la influencia que esta posee en una disciplina tan compleja como la fotografía urbana. Compleja por su viabilidad comercial, alejada de las cifras que mueven otras prácticas fotográficas, su parentesco por muchos desmentido con el fotoperiodismo, y su peculiar relación con la sociedad, esa inmediatez que, en muchas ocasiones, pone a sus practicantes en situaciones incómodas o, incluso, peligrosas.
